Los olores son muy evocativos. Una simple brizna de un olor nos trae de vuelta memorias lejanas de una manera muy potente. No sólo recordamos a qué pertenece ese olor, si no qué nos evoca, memorias y sentimientos completos. Y hasta ahora, no había una explicación completa.
Este efecto de los olores sobre la memoria lo conocemos todos. Y no solo eso, también forma parte de, por ejemplo, la literatura. De hecho, la cadena de reacciones que empieza por percibir un olor y rememorar de manera muy precisa un evento de nuestra infancia recibe el nombre de Efecto Proust, ya que el escritor Marcel Proust hace referencia a ello en su obra En busca del tiempo perdido.
Cada uno tenemos un olor marcado, si nos paramos a pensar. El mío, por ejemplo, es el de las balas de heno recién cortado. Me recuerdan a los paseos por el campo con mi abuelo durante las vacaciones de verano. Y cuando percibo ese olor, se me vienen a la cabeza horas y horas de paseos veraniegos.Pero ¿por qué el olor es tan potente a la hora de evocar recuerdos? ¿Qué ocurre para que sea mucho más potente que otros sentidos, como el oído o la vista? En su estudio, los investigadores han buscado la razón de esta potencia de las memorias en las rutas neuronales que conectan los sentidos con el cerebro. El cableado neuronal, por decirlo de alguna manera.
Y es que resulta que el olfato conecta directamente con el hipocampo, una parte del cerebro responsable de la memoria a largo plazo y por lo tanto con la memoria y el aprendizaje. En cambio, otros sentidos no conectan directamente con el hipocampo. La vista o el oído llegan al neocórtex, otra región del cerebro, y es este neocórtex el que conecta con el hipocampo.
Por eso los recuerdos vinculados a olores son más potentes, porque estimulan directamente la región de nuestro cerebro que almacena y procesa la memoria.
La explicación que dan los investigadores a este hecho es la siguiente: al inicio de nuestra evolución, todos los sentidos conectaban directamente con el hipocampo. Pero al crecer nuestro cerebro, al aparecer el neocórtex, algunos sentidos fueron derivados a esta nueva estructura. El olfato, en cambio, permaneció “cableado” directamente al hipocampo, lo que tiene como resultado su fuerte relación con la memoria.
Quedaría saber por qué otros sentidos se conectaron con la región más reciente mientras que el olfato permaneció conectado al hipocampo. Y dar una respuesta es muy difícil. Una hipótesis sencilla sería pensar que, como los humanos dependemos menos del olfato que otros animales, durante nuestra evolución conectamos los sentidos de los que más dependíamos con el neocórtex y dejamos el olfato olvidado. Pero no es más que una idea, sin comprobar y que tal vez nunca lleguemos a saber la respuesta.
Mientras tanto, disfrutemos de los recuerdos que nos traen los olores.
Fuente: Yahoo Noticias